La colza (también conocida como CANOLA, marca registrada por Canadá que viene de la contracción de “Canadian Oil Low Acid”) es una oleaginosa de origen asiático perteneciente a la Familia de las Brasicáceas, que agrupa a varias especies del género Brassica (B. napus, B. rapa –las principales- y B. juncea) que reciben igual nombre.
Es de ciclo invernal, con un alto contenido en lípidos y un contenido medio en proteínas. Se cultiva alrededor de todo el mundo y sus principales usos son la
producción de aceite vegetal para consumo humano e industrial (en especial para elaborar biodiesel) y de harina proteica para alimentación animal.
Es de ciclo invernal, con un alto contenido en lípidos y un contenido medio en proteínas. Se cultiva alrededor de todo el mundo y sus principales usos son la
producción de aceite vegetal para consumo humano e industrial (en especial para elaborar biodiesel) y de harina proteica para alimentación animal.
El principal producto de la colza es el aceite de su semilla, el que se encuentra en una proporción de entre 38% y 44%. El perfil de ácidos grasos del aceite de colza determina que el mismo se destaque por su valor nutritivo y por su condición de saludable para la dieta humana.
Por otra parte, la harina remanente del proceso de elaboración del aceite de colza constituye un excelente suplemento proteico para el ganado. Posee un buen balance de aminoácidos esenciales, lo que sumado a los niveles relativamente altos de fósforo, calcio, magnesio y manganeso, hace que este producto sea de muy buena calidad.
Desde el punto de vista agronómico, la colza reúne una serie de características que la hacen atractiva para su inclusión en los sistemas agrícolas nacionales. Entre ellas, cabe mencionar la flexibilidad en la fecha de siembra, un ciclo que posibilita realizar una cosecha temprana, rastrojos de fácil manejo, y una mejora física del suelo debido a su raíz pivotante. La siembra óptima para Uruguay es entre mediados de mayo y junio, se cosecha en noviembre y libera el suelo de manera temprana para la siembra de cultivos de verano de segunda.
Desde el punto de vista agronómico, la colza reúne una serie de características que la hacen atractiva para su inclusión en los sistemas agrícolas nacionales. Entre ellas, cabe mencionar la flexibilidad en la fecha de siembra, un ciclo que posibilita realizar una cosecha temprana, rastrojos de fácil manejo, y una mejora física del suelo debido a su raíz pivotante. La siembra óptima para Uruguay es entre mediados de mayo y junio, se cosecha en noviembre y libera el suelo de manera temprana para la siembra de cultivos de verano de segunda.
La inclusión de la colza en el sistema agrícola contribuye a la cobertura del suelo durante el invierno y al aporte de carbono orgánico al sistema. Asimismo, otorga la posibilidad de incluir un cultivo de otra Familia en la fase invernal de la secuencia de cultivos, en la que hay amplio predominio de gramíneas (trigo, cebada, avena), con las consecuentes ventajas para alternar manejos de enfermedades y plagas. De igual forma, permite la rotación de grupos de agroquímicos para el control de malezas, un factor importante dado el incremento de la resistencia de las malezas. La necesidad de contar con un sistema agrícola sostenible en términos productivos, ambientales y económicos, así como diversificar riesgos asociados al clima y a los mercados, posicionan favorablemente a la colza, superando los atractivos de un “puente verde”.
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